La falta de comida ya se ha convertido en motivo de conflicto en la quinta temporada del reality y ha planteado una curiosa situación. La pésima compra del lunes y el problema de los cigarrillos
A diferencia de otras ediciones del reality, cuando los actuales concursantes ingresaron a la casa, la misma estaba desabastecida.
Gran Hermano decidió que era tiempo de complicar las cosas y les otorgó sólo 2 minutos para entrar al supermercado y suministrarse ellos mismos las provisiones.
Pero el resultado de la experiencia no fue del todo buena, pues los encargados de hacer las compras olvidaron adquirir elementos sustanciales como sal o azúcar.
Tampoco compraron escobas ni cepillos, por lo que la limpieza de la casa debió llevarse a cabo con las manos.
Como si todo eso fuera poco, los concursantes perdieron la prueba semanal que consistía en cuidar que la llama de una fogata permaneciera encendida por siete días, a cambio de disponer de más tiempo para efectuar las compras.
Un descuido de Renzo y Jordana hizo que Gran Hermano diera por perdida la prueba.
En resumen, la falta de provisiones se agudizó ya que en sólo 45 segundos debieron dotarse de lo indispensable para afrontar la semana.
El apuro les jugó nuevamente en contra, ya que esta vez no solamente se olvidaron de la sal y azúcar, sino que adquirieron polvo para preparar flanes y grandes cantidades de harina pero no tomaron huevos, ni leche ni edulcorante.
Como las reglas del juego indican que solo dos personas pueden ingresar al supermercado, (en este caso Alan y Darío) el resto de los participantes reclamó una y otra vez por la torpeza de los delegados.
Celeste, Damián y Juan Simón fueron los tres individuos que más cuestionaron la falta de alimento.
Por otra parte, las restricciones también hicieron mella en los fumadores. La compra de cigarrillos se efectúa con el 10 % del costo total del gasto semanal en alimentos.
Como la misma fue pequeña, el tabaco no abunda y se instaló como tema elegido de la convivencia.
De los 18 concursantes, 14 son fumadores y la ansiedad que supone la supresión repentina de la nicotina, generó malhumor e irritabilidad entre los jóvenes.
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