Anoche, como cada sábado, el SUM se disfrazó de boliche para recibir, por segunda vez, a los chicos de la quinta generación. Mucho alcohol, cigarros y poco amorío.
¿Alguna vez tuvo la posibilidad de verse mientras bailaba en un cumpleaños de quince o en algún casamiento? Si lo hizo, sabrá que no hay nada más ridículo y vergonzante que eso.
Mucho ruido, un ambiente que contagia y la sensación se ser un/a ganador/ra, sin imaginar que puede ser observado.
La quinta generación de “Gran hermano” es conciente que los sábados Telefe pone en pantalla las fiestas temáticas. Y como la casa todo lo potencia, lo normal se transforma en grotesco y la vergüenza trasciende y convierte en ajena.
La noche de sábado del reality tuvo… nada. Mucho alcohol, muchas chicas con cuerpos contorneados y hombres que sólo buscaron mostrarse ante las cámaras y quedarse en comentarios barriales: “Tenemos altas perras acá dentro”, dijo en un acto de profundidad Darío. Y se quedó en eso… Más de un baile y de mucha acomodada de pelo, no pasó…
Lo cierto es que cuando todo el mundo esperaba una fiesta mágica, los chicos y chicas sólo quieren divertirse.
Cabe agregar que ni Florencia ni Javier le dieron tregua a la pasión. Fueron los únicos dos participantes que se mataron a besos y que avecinaron algo más.
Si es que no salen del juego en las semanas próximas, lo más probable es que la casa se prenda en llamas cuando los tortolitos desarrollen aún más su relación.
Otro símbolo para destacar fue la exhuberancia de dos bellezas: por un lado Andrea y por el otro, Eugenia. Las dos damas mostraron sus dotes femeninos pero, a tiempo, supieron mantener la cordura.
domingo, 19 de agosto de 2007
Una fiesta poco festiva
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